"Por cierto que yo, a dos centuriones que el César Nerón —muy amante de otras muchas virtudes, pero especialmente de la verdad— había enviado para descubrir el nacimiento del Nilo, les oí contar que habían recorrido un largo camino; se habían internado en las zonas del interior, contando con la ayuda del rey de Etiopía y la recomendación a los reyes vecinos. "Llegamos", decían ellos, "por fin a unos pantanos inmensos, cuya salida no conocían los indígenas ni nadie puede confiar en conocer, tan entremezcladas están las hierbas a las aguas: aguas impracticables a peatones y naves. Estas últimas no las tolera el pantano fangoso y enmarañado, a no ser que sean pequeñas y con capacidad para uno solo. Allí, dice, vimos dos rocas de las que manaba un río de caudal inmenso"".
Séneca, Cuestiones naturales, VI, 8, 3-4
En el año 60 o 61 después de Cristo, el César Nerón manda una expedición en busca de las fuentes del Nilo.
Tanto Séneca como Plinio el Viejo hacen mención a la misma y, por los pocos detalles que nos han llegado, debió ser un asunto bastante extraño.
Ni su composición, ni la escasa repercusión que tuvo, habida cuenta lo lejos que debieron llegar, son normales.
León Arsenal nos guía, a través de las páginas de "La boca del Nilo", por un territorio tan exótico corno temible, donde los peligros de la naturaleza y de las poblaciones salvajes, los complots internos, las batallas sorpresivas y las emboscadas militares y amorosas aguardan a cada paso.
Claudio Emiliano (el pretoriano, enviado al frente de dos centurias de sus hombres a Egipto, por el propio César Nerón, con la doble misión de dirigir una embajada romana hasta el reino de Meroe y proseguir luego al sur en busca de las legendarias fuentes del Nilo) y Tito Fabio (nombrado por el prefecto de Egipto para el cargo de praefectus castrorum de la vexillatio enviada a Nubia) compiten por el mando de la expedición, y también por el amor de Senseneb, sacerdotisa de Isis.
Pero los designios e intereses de esta seductora embajadora de los nubios son tan engañosos como los de Paulo, espía de Nerón, los de Basílides, bibliotecario de Alejandría, los de Merythot, extraño sacerdote egipcio, los del mercenario griego Demetrio, los del cronista Valerio Félix, o los del propio Agrícola, que relata los hechos.
Todos tienen mucho que perder y mucho que ganar en esta larga travesía que puede costarles la propia vida.
Galardonada con el Premio Espartaco de Novela Histórica de la Semana Negra de Gijón y publicada, en noviembre de 2005, por Edhasa, la novela "La boca del Nilo" tiene 576 páginas.