La trilogía formada por los álbumes "Chihuahua Pearl", "El hombre que vaía 500.000 $" y "Balada por un Ataúd" traslada al lector a la primavera de 1865, cuando el Ejército Confederado se hundía ante el empuje de las tropas federales, Richmond, la capital de los Estados Confederados de América, caía en manos de la Unión.
La noche anterior, mientras la ciudad ardía, el Gobierno y las tropas rebeldes la abandonaban. Oculto entre los fugitivos, un furgón blindado, escoltado por varios jinetes, transportaba a su Presidente, Jefferson Davis, y, también, lo que quedaba del Tesoro de la Confederación, medio millón de dolares en oro.
Con ese dinero, Davis esperaba poder continuar la lucha. Con ese propósito, atravesó el Mississipi y se reunió con el Ejército Sudista que estaba más al Oeste, el de Kirby-Smith.
Pero. con la capitulación de Lee , a principios de abril, en Appomatox, el sueño de Davis se venía abajo. Pronto cayeron Johnston y el Ejército de Carolina del Norte. Luego Kriby-Smith se rindió a finales de mayo.
En cuanto al Presidente Davis, despareció con el Tesoro Confederado. Tan pronto como se conoció la noticia, cundió el pánico en el Gobierno Federal de Washington y se decidió cerrar en la frontera con México.
Finalmente, Davis fue reconocido por casualidad por una patrulla en Greensboro, Georgia.
Pero ¿qué sucedió con el Tesoro de Guerra de los Estados Confederados de América?, lo cierto es que Jim Davis confió al Coronel Trevor la misión de esconder esa fortuna al otro lado de la frontera mexicana y velar por ella hasta el día en que el Sur pudiera reemprender la lucha contra el invasor yanqui.
Desgraciadamente para el Coronel Trevor, el Emperador Fernando Maximiliano I de México temía por su trono y veía con malos ojos esa invasión de fugitivos confederados, que podían alistarse en las filas rebeldes del Presidente Benito Pablo Juárez García.
Ello provocó que, un mal día, la pequeña tropa de Caballería comandada por Trevor se encontrara en el pueblo de Tacoma rodeada por el Cuerpo Expedicionario Francés.
Esa noche, después de una encarnizada resistencia, el Coronel Trevor accedió a la capitulación a condición de que le dejaran enterrar a sus muertos. Los oficiales franceses aceptaron el trato.
Trevor solo pensaba en una cosa: salvar el oro. Y, aquella noche, sacó a un cadaver de su ataúd y lo reemplazó por el tesoro que llevaba en el furgón.
Al día siguiente, seis féretros fueron enterrados en el pequeño cementerio de Tacoma. Excepto Trevor, ninguno de los sudistas sobrevivientes, ni de los militares franceses que rendían honores, sabían que uno de los ataúdes escondía una verdadera fortuna.
Trevor fue encarcelado, pero, dos años más tarde, el 19 de junio de 1867, Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena caía bajo las balas de un pelotón de ejecución.
Una vez en el poder, el Presidente Don Benito Juárez concedió la amnistía total. Trevor, para cumplir el juramento que hiciera a Davis y velar por el tesoro confederado, organizó una banda que saqueó la Sierra que rodea Tacoma.
Una cantante de saloon, apodada Chihuahua Pearl, le servía de agente de información y, una noche de charla y alcohol, el ex-Coronel, enamorado de la joven, le confesó el secreto del Tesoro de la Confederación.
Chihuahua Pearl y Trevor se casaron en secreto. Pero, poco después, Trevor y sus hombres fueron capturados por el Coronel López, Gobernador del Estado de Chihuahua. Una vez más, Trevor se encontraba tras los muros de la prisión de Corvado, pero, en esta ocasión, condenado a muerte.
Para sacarlo de allí, Pearl intentó seducir a López, pero fue en vano. Enloquecida, apremiada por el tiempo, la joven jugó entonces su última carta: a cambio de la promesa de una parte del tesoro, contó lo que sabía a las autoridades de Washington, las únicas capaces, según ella, de enviarle una ayuda rápida y eficaz.
Con esa misión, el Teniente Blueberry, ayudado por Mac Clure y Red Neck, fue enviado clandestinamente a Mexico por el General Mac Pherson, Consejor Militar del Presidente Grant, pero el secreto de su misión ya se había filtrado a las autoridades mexicanas.
López y el Comandante Viso, un alto oficial enviado especialmente por Juárez, trataban de hacerse con el oro, cada uno por su lado, ignorando que Trevor era el único que conocía el lugar exacto en que se escondía el oro de la Confederación.
Para cumplir con su misión y rescatar a Trevor, Blueberry y sus amigos se tendrán que aliar con una banda de desertores sudistas comandados por el Finley y Kimball, quienes también estaban sobre la pista del oro.
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