martes, 29 de agosto de 2017

RECOMENDACIÓN: "AUNQUE CAMINEN POR EL VALLE DE LA MUERTE", DE ÁLVARO COLOMER


El 4 de abril de 2004 pasó a la historia del pueblo chií como el día del alzamiento del Ejército del Mahdi y es que Muatada al-Sadr ha convocado a todos sus partidarios para que asalten la Base Al-Alandalus. Hasta ese día la milicia chií nunca había atacado a las fuerzas de ocupación

Los insurgentes creían que la muerte hablaría árabe, pero andaban muy equivocados porque ese día descubrirán que la Muerte también chapurreaba el castellano con acento salvadoreño.

El Coronel Juan Roque Dalton Meljivar, comandante del Batallón Cuscatlán II perteneciente a las Fuerzas Especiales de El Salvador, les aseguró a sus soldados que bajo su mando sacarían al indio que llevan dentro, el mismo indio que cinco siglos atrás pegó un revés a Pedro de Alvarado y que, en la misión de restablecer la paz en el país del petróleo, retornaría de entre los muertos para guiarlos, machete en mano y pluma la viento hasta la victoria final.

Dalton es diferente de otros mandos de la Coalición, en especial de los españoles, se preocupa realmente por sus hombres, no se deja intimidar por nadie y ha jurado  que sería el primer miembro de su batallón en poner un pie en Irak y el último en sacarlo, y, ni que decir tiene, que no faltó a su palabra 

Ayed Rizak ya no es un niño que llore en campo de batalla, se ha convertido en hombre y quiere venganza. La guerra ha transformado sus sueños en odio, le ha dado motivos para matar al cristiano, le ha enseñado que es mejor morir siendo joven que vivir oprimido. Ha jurado degollar a cuantos infieles pisen la ciudad santa de Najaf.

Desde que su esposa le habló de la enfermedad degerativa que le acababan de diagnosticar, el Capitán William O´Brien asumió que su prioridad en Irak ya no sería supervisar los sistemas de seguridad de la base Al-Andalus, ni recabar información sobre los movimientos del enemigo en los alrededores de la base, ni tampoco jugarse el pellejo blandiendo una arma contra quienes amenazan al pueblo americano, sino andarse con mil ojos hasta que llegue su relevo y regrese a casa en plenitud de facultades, sin heridas de consideración ni traumas en el subconsciente ni deseos de reenganche, para dedicarse en exclusiva a la mayor batalla en esta vida: levantar una familia que ha pasado a depender enteramente de él.

Cuentan los veteranos de otras guerras que, en los instantes previos al estallido de una batalla, siente el soldado una oleada de amor, pero Tim Hall no siente en sus entrañas sino lo contrario a esa emoción. El más profundo de los odios controla sus actos mientras otea el campo de batalla y los seres queridos que ocupan sus pensamientos no son ni sus familiares ni sus amigos ni sus amantes, sino los cuatro mercenarios apaleados, carbonizados y colgados hace menos de una semana en un puente de Faluya. Hall ha decidido que será él mismo quien honre su memoria ajusticiando a un mínimo de veinte iraquies por cada uno de ellos.

Los fieles de Muqtda al-Sadr no respetaban a las tropas integrantesde la Brigada Plus Ultra II, los veían como cobardes sin agallas sin determinación para el combate, pero ni se les ocurría tomar con la misma ligereza a los soldados de El Salvador o a los mercenarios de Blackwater, a quienes sí que consideraban hombres de mala entraña y peor gatillo.

Los otros ejércitos de la Coalición acusaban a la Brigada Puls Ultra II de falta de camaradería, de proteger únicamente sus intereses y de no actuar cuando se reclamaba su ayuda, pero el sargento de Infantería Jorge Martín del Pozo y sus hombres les demostrarán que estaban equivocados. Los miembros de la Plus Ultra estaban motivados, tenían armas y sabían disparar. Esos soldados españoles se jugaron la vida pisando el campo de batalla y adentrándose en ciudad santa de Najaf para rescatar a los salvadoreños asediados en el ICDC, participando en la batalla más cruenta de cuantas ha librado ejército español desde el asedio de Sidi Ifni (1957-1958).

El gobierno español reaccionó de forma miserable, incumpliendo su promesa de nacionalizar a los intérpretes iraquíes y abandonándoles a su suertepremiando a los mandos que se limitaron a ordenar que las tropas no interviniesen  en el combate y negándose a conceder reconocimiento oficial alguno a los soldados españoles que realmente se jugaron la vida, porque, en opinión de los políticos, era una distinción que únicamente merecían quienes hubieren participado en una guerra, y como aquella intervención militar nunca fue clasificada como tal, sino como una misión humanitaria y de restablecimiento de la paz, el gobierno se negó a premiar a quienes, probablemente, merecían que se levantara un monumento en su honor.

Sin embargo, el sargento Jorge Martín del Pozo no considera justo que nadie reconozca a los auténticos héroes de Irak y no cejará en su empeño hasta que las autoridades españolas reconozcan que aquello fue una guerra de verdad

Y es que los integrantes de la tropa española, a diferencia de sus mandos, sí que supieron comportarse como militares de altura y honraron a sus compañeros de armas, negándose a dejarlos en la estacada y arriesgando su vida por ellos.

Escrita por Álvaro Colomer, la novela "Aunque caminen por el Valle de la Muerte", que fue publicada, en enero de 2017, por Literatura Random House, tiene 211 páginas y puede ser adquirido por un precio de 17,95 euros.

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