1932, Roy "Metralleta" Nash soluciona problemas. Libra a la gente de lo que ya no quiere. Y, una vez hecho, todo va mejor. Eso es un talento.
Pero Roy Nash ya no existe. Ahora es Roy Parker. Eso dice su carnet de conducir. Es un nombre muy corriente.
Y es que no es fácil sacar de prisión a un asesino al que le ha caído la perpetua, sobre todo después de solo cinco años. Hay un montón de gente a la que untar y de regalos que hacer, ya me entiendes.
Pero es que, hace tres años, tres hombres viajaron hasta Chicago para hacerle una propuesta de negocios a Al. Tenían un buen golpe. Un furgón blindado con medio millón dentro. Necesitaban 5.000 dólares, un coche rápido y un buen chófer. La mitad para ellos y la otra mitad para la organización de Al, todo parecía legal.
Al les dio al pequeño Santo, su sobrino, de solo 19 años. Dieron el golpe. Todo salió según lo previsto, solo que después nadie se presentó con el botín. Los chicos de Al encontraron el coche ocho días después, con Santo en el maletero y una bala en la cabeza. Desde entonces, nadie ha vuelto a ver a los tres hombres, ni la pasta.
Dos de ellos eran de Los Angeles, Babe Fulton y Joe Start, el tercero se hacía llamar Blondie Egan. y regentaba un bar cochambroso en Arizona,
Ahora, Al quiere que Roy ajuste las cuentas con Fulton, Start y Egan, pero el asunto ya no va de dinero, es una cuestión de principios.
En "Balas perdidas, el guionista Matz ("Adiós Muchachos) y el dibujante Jef ("Cuerpo y Alma"), adaptan al cómic un guión original de Walter Hill ("Calles de Fuego", "Traición sin límites", "El último hombre"), ambientado en el período clásico de auge de los gangsters estadounidenses, que son retratados como figuras poéticas, casi míticas, al margen de la ley.
"Balas perdidas", que fue publicado, en noviembre de 2016, por Norma editorial, tiene 128 páginas a color y puede ser adquirido por un precio de 24,00 euros.
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