"Llegar hasta la orilla oscura sin otras posesiones que las necesarias para sobrevivir hasta entonces en campo enemigo. Sin otros bienes que mi sable y mi caballo".
En 1936, con la finalidad de garantizar el suministro de material de guerra y evitar que cayera en manos nacionales, el Gobierno de la República decide enviar a la URSS una parte importante de las reservas de oro del Banco de España.
El oro salió en secreto de Madrid a partir de septiembre, en varios envíos fuertemente custodiado de milicias y carabineros.
Una pequeña parte fue enviada a bancos franceses, por vía aérea, y casi todo el resto, diez mil cajas, que contenían oro en monedas antiguas y lingotes, se almacenó en los polvorines de La Algameca, en Cartagena, y de ahí fue embarcado en buques rusos rumbo al Mar Negro.
Sin embargo, no todo fue a la Unión Soviética, pues una quinta parte se envió por barco a Marsella, destinado cuentas bancarias oficiales de la República.
Hecho todo eso, aún quedó una cantidad apreciable de oro en La Algameca, aproximadamente unas treinta toneladas, al cambio unos cuatro millones de libras esterlinas.
En marzo de 1937, esas últimas cajas serán estibadas, con el mayor de los secretos posible, en el Mount Castle, un buque mercante español que lleva tiempo burlando el bloqueo de la Armada nacional. Una especie de buque fantasma.
El Servicio Nacional de Información y Operaciones (SNIO) llegó a atribuir al Mount Castle varios viajes hechos con armas y suministros entre Valencia, Barcelona, Odesa, Orán y Marsella.
Y, en todos y cada uno de ellos, el Mount Castle logró esquivar las unidades de superficie nacionales y los submarinos italianos que echaban una mano a los franquistas en el Mediterráneo.
El Mount Castle zarpó de Cartagena escoltado por el destructor republicano Lepanto; navegó pegado a tierra hasta el Cabo de Gata, y de allí puso rumbo a la costa argelina.
Su intención,era continuar al amparo de las aguas jurisdiccionales francesas hacia el este, pero, al llegar al este de Alborán, fue avistado por un destructor nacional, el Martín Álvarez.
Tras librarse un breve combate entre el Martín Álvarez y la escolta republicana, el Mount Castle conseguiría huir hacia el oeste con la intención de refugiarse en Gibraltar, pero el destructor nacional lo impediría interponiéndose en su ruta.
Entonces, aprovechando la oscuridad, el Mount Castle dio media vuelta y se escabulló a toda máquina.
A partir de ese momento, los Capitanes del Martín Álvarez y el Mount Castle se enzarzan en un peligroso juego del gato y el ratón, navegando cada vez más hacia el oeste, hasta que el Mount Castle encontró cobijo en el puerto neutral de Tánger, donde el destructor nacional nada podría hacer hasta que el mercante republicano saliera de nuevo al mar abierto. Un refugio que era al mismo tiempo una trampa, una verdadera ratonera.
Amarrado el Mount Castle en el puerto, con el Martín Álvarez esperándolo en la bocana, los días empiezan a transcurrir con intensas negociaciones diplomáticas, durante las cuales los republicanos solicitan que se les permita salir con garantías o protección.y los nacionales que se les entregue el mercante y su cargamento como presa legítima, bien sea en el puerto mismo bien forzándolo a salir para que sea capturado.
Ahí entrará en juego Lorenzo Falcó, un agente perteneciente Grupo Lucero de operaciones especiales, adscrito al SNIO, preciso como un reloj suizo y, cuando hace falta, letal como una guadaña. Su misión: viajar a Tánger y hacerse con esas treinta toneladas de oro, por las buenas, o por las malas.
Escrita por Arturo Pérez-Reverte, "Eva", segunda novela de la serie Falcó, fue publicada, en octubre de 2017, por la editorial Alfaguara, tiene 400 páginas y puede ser adquirida por un precio de 20,90 euros.
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