jueves, 11 de enero de 2018

RECOMENDACIÓN: "EL SEXTO HOMBRE", DE CHARLES CUMMING


En los años treinta del siglo pasado, Moscú reclutó como agentes del NKVD a Kim Philby, Anthony Blunt, Guy Burgess, Donald Maclean y John Carincross mientras estudiaban en el Trinity Hall y el Trinity College, en CambridgeEste grupo fue conocido como "Los Cinco de Cambridge".

Burgess acabaría trabajando para la BBC y el Foreign Office. Maclean, hijo de un destacado miembro del Parlamento por el Partido Liberal, se unió también al Foreign Office y ocupó el puesto de Secretario General de la Embajada británica en Washington DC entre 1944 y 1948.

Philby se conviertió en agente del Servicio Secreto de Inteligencia (más conocido como MI6). Blunt, un experto de fama mundial en la obra pictórica de Nicolás Poussin, trabajó para el MI5 hasta 1945, año en que accedió al cargo de conservador de la colección de pinturas reales inglesas.

Cairncross trabajó como analista en la Escuela de Códigos y Claves de Bletchley Park durante la Segunda Guerra Mundial.

Los cinco entregaron una cantidad ingente de documentos secretos a sus supervisores del NKVD.

En mayo de 1951, Burgess y Maclean escaparon de Inglaterra. Dos de las estrellas más rutilantes de Su Majestad huyeron a bordo de un transbordador que cruzaba el Canal en una fría mañana de primavera después de que Philby y Blunt, sus compañeros de traición, los alertasen de que el MI5 había descubierto que eran agentes del KGB

Cuatro años después, Philby convocó una conferencia de prensa y negó ser el "tercer hombre". Harold Macmillan, el Secretario del Foreign Office, lo exoneró en la Cámara de los Comunes.

Philby se pasó la vida representando una intrincada frasa. Philby no tenía una personalidad sino una colección de máscaras y cuando sed desprendía de una la sustituía por otra.

Philby siguió colaborando con el MI6, pero siete años más tarde, mientras trabajaba como periodista en el Líbano, embarcó en un carguero soviético y despareció con rumbo a Moscú.

A consecuencia de aquella traición, los servicios de inteligencia británicos sufrieron un golpe del que tardaron décadas en recuperarse.

En 1952 se identificó a Cairncross como espía soviético; sin embargo el Gobierno británico ocultó su participación en el "Círculo de Cambridge"En 1964, Blunt firmó una confesión completa a cambio de inmunidad

En 1979, Margaret Thatcher reconoció ante la Cámara de los Comunes que Sir Anthony Blunt, considerado un pilar del establishment británico, había sido espía soviético durante más de treinta añosEl MI5 y el MI6 tuvieron que enfrentarse a un nuevo descrédito.

Guy Burgess falleció en Moscú en 1963, a consecuencia de su alcoholismo. Maclean, que trabajó para el Ministerio de Asuntos Exteriores soviético, murió en 1983. Aquel mismo año, Blunt, a quien le había sido retirado el título nobiliario, fallecía en su residencia londinense

Cinco años más tarde, Philby reicibió un funeral de Estado con todos los honores a cargo de las autoridades soviéticas.

Cairncross falleció en 1995 tras haber vivido en Italia, Tailandia y Francia, y cinco años después de que el desertor soviético Oleg Gordievsky confirmase que se trataba del "quinto hombre".

El reclutamiento de los espías de Cambridge se consideró la "penetración" más exitosa realizada por una agencia de inteligencia extranjera en toda la historia del espionaje.

En Rusia, a los agentes del Trinity College se les conoció sencillamente como los "Cinco Magníficos".

Pero ¿que dirían si les contase que hubo un sexto espía de Cambridge que nunca fue descubierto? Un coetáneo de Burgess y Maclean, de Blunt, Philby y Cairncross, un espía legendario del KGB, de nombre clave "Atila", que se matriculó en los años treinta en el Trinity College, en Cambridge.

Un espía tan peligroso e influyente como Maclean y Philby. Un topo en el corazón de la infraestructura política y de espionaje británica, cuya traición fue ocultada intencionadamente por el Gobierno durante más de cincuenta años. 

La identidad del "sexto hombre" fue el secreto de la Guerra Fría más cuidadosamente guardado

"Atila" se las arregló para permanecer en el anonimato, en buena parte porque fue capaz de mantener a la gente lejos de su rastro, y en buena parte porque Vassily Mitrohkhin (el Comandante del KGB que, después de caída de la Unión Soviética, pasó al MI6 información detallada de las operaciones de la inteligencia rusa) no tenía ningún registro de sus operaciones.

Ahora, Sam Gaddis, un académico con serios problemas económicos, cree haber dado con una pista que le conducirá a la verdadera identidad del "sexto hombre".

Escrita por Charles Cumming, la novela "El sexto hombre", que fue publicada, en febrero de 2014, por RBA, tiene 400 páginas









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