martes, 4 de abril de 2017

RECOMENDACIÓN: "EN LA CIMA DEL MUNDO", DE NORMAN MAILER

... es verdad que hay algo en ti que nunca
ha podido someterse, una cólera, un deseo,
una tristeza, una impaciencia, un desprecio
en suma, una violencia... y mira, tus venas
llevan oro, no barro; orgullo, no servidumbre, 
Rey has sido, Rey desde siempre...

                                                Aimé Cesaré
                                 Las armas milagrosas


En 1967, el campeón del mundo de los pesos pesados, Muhammad Ali, se negó a tomar parte en la guerra de Vietnam, lo que le costó la retirada del título y, paradójicamente, el ingreso en la categoría de los grandes mitos del siglo XX, símbolo de lucha más allá de sus hazañas deportivas. 

Cuando, en 1971Muhammad Ali,regresó al ring para recuperar su título frente a Joe Frazier, en el llamado "Combate del Siglo", muchos creían que era un boxeador acabado y que el orgullo lo cegaba.

Ali era capaz de golpear con una variedad de intensidades mezcladas mucho más amplia que cualquier otro boxeador.

Jugaba con los golpes, podía ser tierno con ellos, los aplicaba con la delicadeza de quien pega un sello en un sobre, luego los descargaba como relámpagos, soltaba un jab furibundo que se dejaba sentir como un bate de béisbol en plena dentadura, a continuación te hacia bailar un vals cuerpo a cuerpo con un brazo afectuoso alrededor de tu cuello, antes  de ponerse fuera de alcance volando sobre sus ligeros pies, momento en que lanzaba un gancho a las costillas, girando como un bateador al golpear la bola, una sucesión de fuertes jabs a la cara, una burlona ráfaga de almohadazos, un despiadado antebrazo que te impide recuperar la compostura, un nuevo forcejeo cruel con tu cuello en el cuerpo a cuerpo para volver a escurrirse, y esos guantes que no dejaban de lamerte la cara como lenguas de serpiente, como látigos.

Cuando Ali peleó con Oscar Ringo Bonavena, cuyo código era pelar hasta caer, algunos de los golpes que Ali lanzó aquella noche no le habrían hecho daño ni a un niño, pero el puño que sacó en el decimoquinto surgió como una bola incandescente del espacio exterior. Bonavena empezó a dar tumbos por todo el ring, era como una casa a punto de derrumbarse

Joe Frazier era el equivalente humano de una maquina de guerra. Tenia dinamita en los brazos. Sus ganchos de izquierda eran formidables. Unos ganchos de izquierda que solo verlos, incluso cuando los fallaba, producían terror, porque parecían silbar en el aire. También tenía una derecha poderosa.

Podía noquear a sus rivales con cualquiera de sus manos, algo reservado a muy pocos boxeadores, incluso entre los mejores.

Frazier solía castigar a sus contrincantes hasta el borde de la muerte: recibía un golpe, daba otro, recibía tres, devolvía dos, recibía uno, daba otro, siempre a toda velocidad, siempre en funcionamiento, presionando con su cuerpo y sus brazos, un poco cortos para el peso pesado, directo al torso, bombardeando con todas sus fuerzas de un modo que recordaba a Jimmy Brown a la hora de placar contrarios en un estadio de fútbol américano.

Frazier era un prodigio de fuerza, ciertamente el peso pesado más fuerte desde Rocky Marciano. Si estos dos hombres se hubieran enfrentado alguna vez, Norman Mailler cree que habría sido como ver dos camiones Mack chocando frontalmente una y otra vez, sin detenerse, hasta que las ruedas salieran de sus ejes y los motores del chasis.

Solo uno de los grandes cronistas de su tiempo, Norman Mailer, podía contar la intrahistoria del "Combate del Siglo", un combate que nadie quiso perderse.

Ali empezó dominando los tres primeros asaltos hasta que encajó un tremendo gancho de izquierda que le hizo tambalearse

Luego el mando pasó a los brazos de Frazier, y la pelea estuvo muy equilibrada hasta el undécimo asalto, cuando Frazier tuvo la osadía y demencia de robarle el fuego a Ali

En ese momento, Frazier lanzó un puño para arrebatarle el golpe mágico, aquel golpe con el que Ali había tumbado a Bonavena. Y lo encontró. Y mandó a Ali a los infiernos con un golpe celestial que puso a Muhammad en cincuenta mil fotografías de prensa: Ali en la lona.

Pero Ali no podía ser noqueado. Se levantó y fue como si el espíritu de Harlem se hubiera manifestado y acudido a su rescate, como si los fantasmas de los muertos en Vietnam, o quien sabe qué, hubieran conseguido mantenerlo en pie hasta el límite de los quince asaltos frente a un exhausto y enloquecido Frazier, que acababa de conectar el mejor golpe de toda su vida.

Al final las cartulinas de los jueces se inclinaron claramente en favor de Frazier y éste retuvo el título, pero Ali le demostró al mundo que podía soportar la tortura física y mental y, aún así, seguir en pie

"En la cima del Mundo", que fue publicado, en 2009, por 451 EDITORES, tiene 120 páginas y puede ser adquirido por un precio de 06,00 euros.

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