El Estrecho de Gibraltar goza de una historia oculta, toda ella recalentada por el matute y la sangre de los muchos que perdieron la vida entre sus aguas.
Quiso la leyenda que el océano infinito se sumase con un mar crujiente y antiguo, obteniendo como resultado la fosa común más grande del planeta; una tumba de ochocientos metros de profundidad y donde sólo los atunes son testigos de tanta patraña y tanta derrota.
Hace la tira de años, durante el tiempo de los piratas, colocaban luces de mentira a lo largo de la costa. Y las disponían con tanta malaúva que los barcos encallaban en la noche, creyéndose que las luces eran faros.
En estos casos, los gritos no cesaban hasta bien entrado el alba, de amanecida, cuando el canto del gallo anunciaba el fin del saqueo.
Desde entonces hasta hoy las cosas no han cambiado mucho por estos lugares. Mirándolo bien, tal y como relata Montero Glez con su habitual maestría, siguen habiendo luces que engañan y sigue habiendo piratas trabajándose la costa.
Y de eso trata "Manteca colorá", cuyo protagonista es Roque, un hombre de la mar que, esta vez, no iba a ser el pringao de otras bazas, qué va.
Esta baza, el Roque andaba dispuesto a comerse la parte tierna de la chuleta. Pero antes de hincar el diente había que disimular, había que hacer el bocao creíble. Desde chico siempre buscó posibilidades en lo imposible.
El Roque es un marino de los de antes, nada que ver con los de ahora. El Roque es de los de empaque y bravura. Deduce por puro instinto y con ayuda del cielo. Sólo de un vistazo puede señalar su posición gracias a las estrellas. Para él no son más que flechas que indican su camino
Al Roque, lo de salir a la mar y alijar fardos le resulta asunto fácil; ya lo ha hecho otras muchas veces, sólo que esta vez va a ser diferente; con los fardos en su poder arreglará, por fin, las cuentas con el Coronel Peralta.
Y es que si Roque conoce como la palma de su mano las sendas de los mares, las acometidas de los vientos y el pulso de las tempestades, el Coronel Peralta es el puto amo del Estrecho, los cuerpos de seguridad del Estado chocan los talones a su paso y nadie le puede negar nada.
"Manteca colorá", que fue publicada, en 2005, por Taller de Mario Muchnik, tiene 183 páginas.
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