Gran esgrimista, osado y ágil combatiente, Don Juan de Tasis, Conde de Villamediana, a quien parecía imbalible. Llevaba la pálida frente sellada por el fatal cometa de la locura.
Igualmente era temerario justando y alanceando toros. Y lo era también con los amores y sus temeridades. Amaba locamente el peligro como un hombre de peligrosas condiciones.
Era un gran jinete, conocedor de razas de caballos, un verdadero experto. Además era amador de antigüedades, cuadros, arquillas, bufetes y terciopelos, y un experto coleccionista de joyas y sillas de montar.
Don Juan, a quien Luis de Góngora llamaba Mercurio del Júpiter de España, era un personaje equívoco, soberbio y violento, escéptico y descreído.
Don Juan era todo lo bueno y todo lo malo que puede ser el más infatuado de los gentileshombres.
Era un atrevido jugador de muy rara suerte. En 1608 ganó treinta mil ducados de una sentada, es decir, hizo lo que se llama una mesa gallega que es ganar un jugador al resto de los demás, y nuestro buen rey Felipe III, que Dios haya en su gloria, lo desterró.
Si alguna cosa podía decirse de Don Juan en su contra es que era rencoroso. Era un voluptuoso de la venganza diferida y parsimoniosa.
Don Juan valía más que todos los títeres cortesanos y la mayoría de los poetas de su tiempo
La cabeza de Don Juan era una cabeza erguida, pálida, fatal y bella, la cabeza del hombre que ha de acabar de mala muerte.
Don Juan era esencialmente maldiciente y un gran jugador: el mejor que ha habido en España, quizá: suerte, lucidez, frialdad y destreza.
Las sátiras de Don Juan se dirigían no tan sólo a los personajes políticos, sino también a los cómicos y esto tiene sus evidentes peligros, pues suelen ser mezquinos, vengativos y celosos de su fama.
Don Juan fue constante en sus adulterios, sus escándalos, su frecuentación con grandes damas de la Corte y a la vez, curiosamente, su familiaridad en los burdeles. Es muy difícil de explicar un hombre tan complejo como Don Juan.
Partiendo de la realidad histórica de unos hechos conocidos, la trágica muerte del Conde de Villamediana, Néstor Luján efectúa una investigación acerca de las posibles causas que tal vez determinaron esta muerte.
Fueron muchos sus enemigos: entre los cómicos, que son gente a veces de sangre aviesa; pudo ser también por altercados de juego o por sus sátiras políticas o por otras mil temeridades.
El bajo pueblo creía, porque Don Juan no lo ocultaba, que su enamoramiento hacia la Reina fue el que le causó la muerte.
En el mundo de la Corte, se insinuaba que la mano del matador, un asesino a sueldo, había sido inducida y protegida para su ejecución por el Conde de Olivares o por alguien muy allegado a él.
En los medios del juego se comentaba que la suerte del Conde y otros negocios, quizá la usura, pudieran haber armado el brazo ejecutor.
También hay quien postula que un marido afrentado o algún hermano demasiado celoso del honor pudo ser el origen del asesinato.
Publicada, en 1987, por Plaza & Janés, la novela "Decidnos, ¿quien mato al Conde? Las siete muertes del Conde de Villamediana" tiene 236 páginas.
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