jueves, 2 de mayo de 2019

RECOMENDACIÓN: "ESPÍA Y TRAIDOR. LA MAYOR HISTORIA DE ESPIONAJE DE LA GUERRA FRÍA", DE BEN MACINTYRE


El coronel Oleg Antoniévich Gordievski del KGB se encontraba en la cúspide de su carrera

Como niño prodigio del servicio de espionaje soviético, había ascendido diligentemente y trabajado en Escandinavia, Moscú y Gran Bretaña sin apenas un borrón en su expediente. 

Y ahora, a sus 46 años, había sido nombrado jefe de la rezidentura del KGB en Londres, un puesto nada desdeñable, e invitado a regresar a Moscú para ser ungido formalmente por el director de la organización

Gordievski, un espía de carrera, estaba destinado a ocupar los puestos más importantes de aquella vasta y despiadada red de seguridad y espionaje que controlaba la Unión Soviética

Con su figura fornida y atlética, caminaba con confianza entre la multitud del aeropuerto. Pero en su interior anidaba un temor contenido, ya que Oleg Gordievski, veterano del KGB y fiel sirviente secreto de la Unión Soviética, era un espía británico

Reclutado doce años antes por el MI6, el servicio de espionaje británico en el extranjero, el agente que respondía al nombre en clave de NOCTON había demostrado ser uno de los espías más valiosos de la historia

La inmensa cantidad de información que recababa para sus jefes británicos había cambiado el curso de la Guerra Fría y desenmascarado a redes de espías soviéticos, lo cual contribuyó a evitar una contienda nuclear y proporcionó a Occidente información única sobre la mentalidad del Kremlin durante un periodo sumamente peligroso en el escenario internacional

Ronald Reagan y Margaret Thatcher habían sido informados de los extraordinarios secretos proporcionados por el espía ruso, aunque ni el presidente estadounidense ni la primera ministra británica conocían su verdadera identidad. Ni siquiera la joven esposa de Gordievski estaba al tanto de su doble vida

Su nombramiento como rezident del KGB (el término ruso para un jefe de embajada del KGB, conocidas como rezidenturas) había causado alegría en el reducido círculo del MI6 que estaba al corriente del caso

Como el agente soviético de mayor rango en Gran Bretaña, en adelante Gordievski tendría acceso a los secretos mejor guardados del espionaje ruso: podría informar a Occidente de los planes del KGB antes de que pudieran ejecutarse; el KGB en Gran Bretaña quedaría neutralizado

Y, sin embargo, la abrupta llamada para que se personara en Moscú había inquietado al equipo NOCTON. Algunos intuían que era una trampa

En una precipitada reunión mantenida en un piso franco de Londres con sus jefes del MI6, se había ofrecido a Gordievski la posibilidad de desertar y quedarse en Gran Bretaña con su familia

Todos los allí presentes sabían lo que estaba en juego: si regresaba como rezident oficial del KGB, el MI6, la CIA y sus aliados occidentales se llevarían el premio gordo del espionaje, pero si Gordievski se encaminaba a una trampa, lo perdería todo, incluida su vida. Lo había meditado mucho antes de tomar una decisión: "Volveré". 

Una vez más, los agentes del MI6 repasaron el plan de fuga, bautizado con el nombre en clave de PIMLICO y confeccionado siete años antes con la esperanza de que nunca fuera necesario activarlo

El MI6 nunca había exfiltrado a nadie de la URSS, y menos aún a un agente del KGB. Dicho plan, elaborado y peligroso, solo podía ponerse en marcha como último recurso

Gordievski estaba entrenado para detectar peligros. Mientras recorría el aeropuerto de Moscú con los nervios a flor de piel, veía indicios de peligro por todas partes.

El agente del control de pasaportes pareció examinar con excesiva meticulosidad su documentación antes de permitirle seguir adelante

¿Dónde estaba el funcionario que supuestamente debía ir a buscarlo, una cortesía mínima para todo un coronel del KGB que regresaba del extranjero

La vigilancia del aeropuerto moscovita siempre era estricta, pero aquel día, los anodinos hombres y mujeres que pululaban por allí aparentemente abstraídos se antojaban más numerosos de lo normal

Gordievski se montó en un taxi, diciéndose que, si el KGB supiera la verdad, habría sido detenido en cuanto pusiera un pie en territorio soviético y ya iría camino de sus celdas para hacer frente a un interrogatorio, una sesión de tortura y su posterior ejecución

Cuando entró en el edificio de Leninski Prospekt no tuvo la sensación de que lo siguieran, y subió en ascensor a la octava planta. No visitaba el piso de su familia desde enero. 

La primera cerradura se abrió con facilidad, y también la segunda, pero la puerta no cedía. La tercera, un anticuado pasador de cuando se construyó el edificio, estaba cerrada

Pero Gordievski nunca utilizaba esa tercera cerradura. De hecho, nunca había tenido la llave. Eso significaba que alguien armado con una llave maestra había estado dentro y había cerrado por error los tres pasadores. Ese alguien solo podría ser el KGB

Los temores de la semana anterior se materializaron en un frío paralizante cuando tomó conciencia de que alguien había entrado en su apartamento y lo había registrado y probablemente llenado de micrófonos

Se había convertido en sospechoso. Alguien lo había traicionado. El KGB lo vigilaba. El espía estaba siendo espiado por sus propios compañeros

Publicado por Editorial Crítica, el libro "Espía y traidor. La mayor historia de espionaje de la Guerra Fría" tiene 368 páginas y puede ser adquirido por un precio de 23,90 euros.

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